Origen de la Masonería

Origen de la Masonería

Existe un relato de carácter mitológico introducido por James Anderson en la redacción de las Constituciones de 1723, que remonta el origen de la masonería a los tiempos del Adán bíblico en el Jardín del Edén.

Por otro lado, dentro del discurso masónico, es habitual decir que la Masonería ha existido desde “tiempos inmemoriales”, lo cual suele interpretarse como de un origen tan antiguo, que no puede determinarse.

Postura que ha permitido a diversos escritores masónicos especular sobre nuestros orígenes, afirmando con poco sustento documental que descendemos, por ejemplo:

  • De los constructores de las pirámides egipcias.
  • De los antiguos misterios de la Grecia clásica.
  • De los Collegia romanos.
  • De los Maestros Comacinos.
  • De los Steinmetz alemanes.
  • Del Compagnonnage francés.
  • De los Caballeros Templarios medievales o los Rosacruces.
  • De las sociedades creadas por Leonardo da Vinci como una forma primitiva de Masonería.
  • De los constructores del Templo del rey Salomón.

No obstante, la expresión “desde tiempos inmemoriales”, en la masonería moderna, comparte el mismo significado que tiene en la legislación británica, en el sentido que se refiere literalmente y de forma muy específica, a cualquier momento anterior al 6 de julio de 1189, fecha que marca el inicio del reinado del rey Ricardo I de Inglaterra, también conocido como Ricardo Corazón de León.

En cambio, la teoría que goza de mayor consenso en la actualidad, es aquella que nos hace descender directa o indirectamente de los gremios de albañiles que participaron en la construcción de catedrales y castillos medievales (masones operativos) que se reunían en locales adyacentes a los edificios que denominaban “Logias”. Posteriormente, estos gremios de constructores atrajeron a sus logias a personas no “operativas” de la construcción, denominados como (masones especulativos) o libres.

Con el tiempo, estos masones llegaron a administrar y dirigir estas sociedades, transformándolas en Logias “Libres y Aceptadas” o “Especulativas”, que subsistieron hasta la formación de la primera Gran Logia en 1717.

A pesar de lo convincente que pueda parecer esta teoría, la evidencia que sustenta el paso de una masonería operativa a una especulativa se produce en su mayoría en un contexto puramente hipotético.

Por lo tanto, es partir de 1717, cuando comienza nuestro periodo histórico con mayor cantidad de fuentes documentales fidedignas, que nos permiten conocer y analizar el origen de la masonería especulativa y su expansión a otros continentes con mayor objetividad, reservando los aspectos legendarios de la Orden para el ámbito simbólico.

Lo cierto es, que la historia de la propagación de la masonería más allá de las fronteras británicas, es muy similar al desarrollo del Imperio Británico; dondequiera que iban los colonos o los regimientos británicos, la masonería pronto los seguía. La expansión en el extranjero se vio facilitada en gran medida por el otorgamiento por parte de la Gran Logia de Londres y la Gran Logia de Irlanda, de las llamadas patentes o autorizaciones ambulatorias a las Logias del Ejército.

Estas autorizaciones permitían que la logia se mantuviera dondequiera que estuviera estacionada el regimiento, y aunque la intención original era que su membresía se limitara a los miembros del regimiento, cuando se quedaban en un mismo lugar durante un período de tiempo prolongado, llegaron a aceptar civiles de la localidad y así, cuando estas milicias se trasladaban a otro destacamento, sucedía que aquellos masones civiles lugareños, solicitaban a cualquiera de las Grandes Logias, mantener la logia en la localidad.

Para 1751, los masones de Escocia e Irlanda que practicaban una masonería con tradiciones diferentes a la de los masones ingleses, crearon una nueva Gran Logia que rivalizaría con la Gran Logia de Londres originaria. Esta nueva Gran Logia se le conoció como la de los “Antiguos”, porque consideraban ser los únicos practicantes de la masonería «según las Instituciones Antiguas», y porque criticaban a sus rivales de la primera Gran Logia de Londres, que en adelante se les denominaría como la de los “Modernos”, por las innovaciones que implementaron a sus prácticas masónicas.

A partir de entonces, las dos Grandes Logias rivales coexistieron en Inglaterra como en el resto del mundo, expandiendo sus propias tradiciones y sin que ninguna de las dos potencias masónicas, reconociera a la otra como una organización “regular”.

En total, designaron a unos veintidós Grandes Maestros provinciales para varias partes de América entre 1730 y 1783. Así, para fines del siglo XVIII, la masonería británica se había introducido en el continente americano, en la India y en ciertos puertos africanos.

Por su parte, las Logias en territorio estadounidense declararon gradualmente su independencia durante la guerra que creó los Estados Unidos, formando grandes Logias estatales que a su vez difundieron la masonería por toda la nación a medida que esta se expandía hacia el oeste, y por supuesto a México.

Finalmente, después de casi sesenta y tres años de rivalidad entre los “Antiguos” y “Modernos”, las dos Grandes Logias de Inglaterra se unieron el 27 de diciembre de 1813, para formar la “Gran Logia Unida de Inglaterra”, principal cuerpo regulador en el mundo de la genealogía masónica que denominamos Regular.